¡Que comiencen las dietas!


Enero llega con su aire de renovación, y con él, esa tradición universal de mirar con culpa la báscula después de las fiestas. Porque, ¿quién se ha resistido a los polvorones, el roscón o ese “solo un poquito más” en las comidas navideñas? La mayoría hemos hecho esa promesa silenciosa frente al último trozo de turrón: "En enero empiezo la dieta". Y aquí estamos, con la nevera llena de lechuga, el gimnasio anotado en la lista de pendientes y el optimismo intacto, listos para recuperar el equilibrio después de tantos excesos. Pero, ¿y si este año nos proponemos algo más que perder peso? ¿Y si hacemos un plan para aligerar también el alma y comenzar de verdad un año nuevo lleno de propósitos más sanos?

Si te apetece aceptar el reto, te propongo empezar con estas dos preguntas sencillas pero poderosas: ¿qué queremos alcanzar? ¿qué nos da fuerza para levantarnos cada mañana? Porque detrás de cada propósito hay una intención más profunda, algo que nos mueve, nos impulsa y nos recuerda que la vida no se mide solo en kilos o logros, sino en la pasión con la que la vivimos.

En mi caso, este ejercicio de introspección me ha llevado a trazar mis propios deseos para este 2025. Y es que después de desarmarme en el 2020, de ir hacia adentro y reconstruirme en 2021, de sanar patrones en 2022, de transformarme en 2023 y de plantar semillas en 2024, siento que este año es mi momento de florecer. De prepararme para recoger los frutos del trabajo interno que he hecho, de empezar a disfrutar sin culpa, y de caminar con la confianza de quien ha aprendido a valorarse y a saber qué quiere en la vida.

Para este 2025, me deseo todo. Todo lo bueno que me abrace y me sostenga, pero también todo aquello que me permita aprender y ser más fuerte. Me deseo días luminosos que llenen de energía mi espíritu, pero también esos días grises que me inviten a detenerme, reflexionar y reencontrarme conmigo mismo.

Me deseo mañanas de risas, con el aroma del café recién hecho, la agenda llena de actividades y esa sensación de estar avanzando. Pero también me deseo noches de calma, de silencios que me nutran, de una copa de vino y un buen libro que me transporte. Deseo momentos compartidos con las personas que amo, pero también ratitos de soledad que me permitan escucharme, conocerme y cuidarme.

Deseo alegrías que me hagan sentir invencible, y también lágrimas, porque sé que ellas me recuerdan lo humano que soy. Quiero dar la bienvenida a nuevas historias, personas y oportunidades, pero también tener la gratitud y el valor para despedirme de las personas y las cosas que ya cumplieron su propósito.

También deseo ser agradecido, porque en el agradecimiento está la clave para reconocer lo que ya hemos recibido y lo lejos que hemos llegado. Agradecer las lecciones, incluso las dolorosas, porque cada experiencia nos ha transformado. Agradecer a las personas que nos acompañan, que con su amor, su paciencia o su presencia, hacen de nuestra vida un lugar mejor. La gratitud nos conecta con la abundancia y nos ayuda a mirar con optimismo hacia adelante.

Me deseo algo más profundo que buena suerte: despertar. Quiero vivir consciente de cada decisión que tomo, de lo que construyo día a día y de la persona en la que me estoy convirtiendo. Porque la vida no se trata solo de sueños, sino de decisiones. Cada elección, grande o pequeña, moldea nuestro futuro. Decidir con claridad, con valentía, incluso cuando las opciones son inciertas, es un acto de responsabilidad hacia nosotros mismos. Este año, me deseo la fuerza para tomar decisiones que me acerquen a lo que realmente quiero, sin miedo a equivocarme, porque incluso los errores me enseñan algo valioso.

Y deseo estar preparado para lo inesperado, para aprovechar las oportunidades que la vida pone en mi camino. Muchas veces, las mejores cosas llegan sin previo aviso, y solo quien está atento puede reconocerlas y abrazarlas. Quiero estar listo para decir "sí" cuando la vida me invite a crecer, a cambiar de rumbo o a descubrir algo nuevo. No quiero que las dudas o los miedos me paralicen; quiero confiar en mí mismo y en la capacidad de adaptarme a cualquier situación que se presente.

Pero, sobre todo, deseo dejarme amar. Porque muchas veces, nos olvidamos de lo importante que es abrirnos al amor sin resistencias, sin excusas. Quiero sentirme merecedor de ese amor, no desde la perfección, sino desde mi humanidad, con todo lo que soy. Este año, deseo abrazar el amor en todas sus formas: como un regalo, como un refugio y como una fuerza transformadora.

También deseo no resignarme. No conformarme con menos de lo que sé que merezco. Quiero que este 2025 sea un año de movimiento, de acción, de intentarlo todo, incluso cuando parezca complicado. Será todo y nada al mismo tiempo: un año para vivir cada experiencia con intensidad, sabiendo que lo importante no es el destino, sino el camino que recorro.

Me deseo que este año esté lleno de ilusiones que me mantengan vivo, que me impulsen hacia adelante, que me conecten con mis sueños más profundos y me den la energía para perseguirlos. Ilusiones que me devuelvan esa chispa en los ojos, ya sea un proyecto que me apasione, un viaje que siempre soñé hacer, un reencuentro que llene mi corazón o un reto que me permita crecer. Porque son las ilusiones las que nos hacen sentir vivos y nos recuerdan que siempre hay algo por lo que luchar.

Sé que en estos 365 días habrán alegrías y tristezas, mañanas de esfuerzo y noches de descanso profundo, conversaciones que me harán crecer y momentos de silencio que traerán paz. Porque he aprendido que todo es necesario: los aciertos y los errores, las risas y los llantos, las certezas y las dudas. Todo forma parte de este maravilloso arte de vivir, donde las polaridades no son enemigos, sino aliados para encontrar equilibrio y sentido.

Por eso, me deseo vivirlo todo. Sentirlo todo. Agradecer cada momento, cada lección y cada oportunidad. Y tú, ¿qué necesitas para florecer? ¿qué decisiones estás dispuesta a tomar para acercarte a tu mejor versión?

Que este 2025 sea un año de valentía, de no temerle a lo que viene, sino abrazarlo con la confianza de que cada paso, cada caída y cada triunfo son parte de nuestra evolución. Como dice Marianne Williamson: "No tenemos que ser perfectos, solo tenemos que ser reales."  

Ojalá te sirva.